Temo, me angustio, lloro, me enojo.
Me desborda el amor aunque no hayas llegado.
Voy pariéndote cada día, en cada acto, cada segundo.
Voy pariéndote con el alma, con el pensamiento, con mi cuerpo que no deja de hablar de vos…
Me duelen tus futuros dolores.
Me arden las marcas que de seguro han de quedarte cuando pases de sus brazos a los míos… Arden como llagas abiertas para siempre…
Preparo un hueco para vos entre mis brazos.
Espero el instante en que tu mirada haga impacto en la mía, para nunca más volver a ser la misma.
Imagino, embriagándome con tu olor a cachorro humano, olfateándote del modo más primitivo para que seas aún más mía.
Te nombro, miles de veces al día…
Te baño en palabras de amor, arrullos y canciones.
Hija… Hija… Hijita…
Sueño con nuestro encuentro; ese viaje visceral desde quien te lleva en su vientre, hasta el hueco que preparo para vos entre mis brazos.
Me desborda el amor aunque no hayas llegado.
Voy pariéndote cada día, en cada acto, cada segundo.
Voy pariéndote con el alma, con el pensamiento, con mi cuerpo que no deja de hablar de vos…
Me duelen tus futuros dolores.
Me arden las marcas que de seguro han de quedarte cuando pases de sus brazos a los míos… Arden como llagas abiertas para siempre…
Preparo un hueco para vos entre mis brazos.
Espero el instante en que tu mirada haga impacto en la mía, para nunca más volver a ser la misma.
Imagino, embriagándome con tu olor a cachorro humano, olfateándote del modo más primitivo para que seas aún más mía.
Te nombro, miles de veces al día…
Te baño en palabras de amor, arrullos y canciones.
Hija… Hija… Hijita…
Sueño con nuestro encuentro; ese viaje visceral desde quien te lleva en su vientre, hasta el hueco que preparo para vos entre mis brazos.
Mónica B. Otero