Pasión en el diván
Cuidada reedición del célebre seminario de J. Lacan sobre la transferencia SERGIO RODRIGUEZ. PSICOANALISIS EL SEMINARIO (vol. 8) por J. Lacan Paidós. 448 páginas. Promediando los 60, Enrique Pichon Riviere le entregó a Oscar Masotta un texto de Jacques Lacan. El joven y promisorio semiólogo quedó atrapado por una lógica que para entender los efectos del lenguaje sobre el sujeto del Inconsciente, se apoyaba en la lingüística estructural concebida por Ferdinand de Saussure. A partir del trabajo de Masotta, Lacan se fue arraigando en el interés, la pasión y la práctica de miles de psicoanalistas argentinos. También contribuyeron los estudiosos Raúl Sciarreta y Guillermo Maci. Las publicaciones de Lacan pasaron a tomar su propio sello con El Estadio del Espejo, presentado por primera vez en el Congreso de Marienbad en 1936, cuando se incubaba la Segunda Guerra. Su producción precipitará a los finales de esa guerra con dos formas. Los Escritos, que tienden a resignificar retrospectivamente y condensar sus seminarios y deja al margen los conflictos que se le fueron presentando en la investigación. Los seminarios que muestran a Lacan apegado a la clínica, investigando.Este seminario (1960/61) fue pronunciado cuando ya había entrevisto y aplicaba la base principal de sus conceptos: que el desenvolvimiento de los vínculos humanos transcurre en discurso y se despliega tensado en tres registros: Real, Simbólico e Imaginario. O sea: por lo que no se logra significar o se nos presenta por fuera de lo significado, lo que hace operar la capacidad combinatoria y de producción de nuevas significaciones por vía de la metáfora, y lo que por la tendencia de los significados a congelarse, obstaculiza dicha capacidad metafórica de nuevos significados. El objeto de este seminario fue la transferencia, principal instrumento para que el deseo de analizarse se instale en quien sufre, transfiriendo sus dilemas inconscientes a sus sesiones de análisis. Del hacer de analista y analizante con ella, dependerá cada análisis. Siguiendo a Freud, instaló la transferencia en los terrenos del amor. Que situó recubriendo un vacío y engañando al deseo causado por dicho vacío, lo que lo llevó a una pregunta ética, diaria para todo psicoanalista honesto. "Hay que preguntarse por qué medios operar honradamente con los deseos. Es decir, ¿cómo preservar el deseo en el acto, la relación del deseo con el acto? El deseo encuentra comúnmente en el acto su colapso más que su realización, y como mucho, el acto sólo le presenta al deseo su hazaña, su gesto heroico. ¿Cómo preservar, entre el deseo y dicho acto, lo que se puede llamar relación simple, o salubre?" El lector podrá sentirse perdido en los vericuetos del libro. Pero como en los subterráneos de las montañas, una tenue luz no sólo le indicará que hay salida, sino que lo instará a seguir buscándola. Rastros que lo llevarán por el El Banquete, de Platón, en cuyos enunciados irá encontrando las enunciaciones que permitirán desmadejar las relaciones humanas. Culminará con la declaración de amor de Agatón a Sócrates y la advertencia por éste, de que estaba dirigida a Alcibíades. Presentará así su principal metáfora: la función del analista con respecto a la transferencia está en saber que el amor que le aparece dirigido está apuntando a lo ausente.El capítulo XIII devela a los psicoanalistas cuál era su posición y su forma de trabajo con los fenómenos que la escuela kleiniana ubicaba en el campo de la contratransferencia. Lacan sentía aprecio no sólo por Melanie Klein, que años después fue una de las que se opuso a su expulsión de la Asociación Psicoanalítica Internacional, sino por el círculo kleiniano. En la página 217 dice: "Es a los mejores círculos analíticos a los que estoy aludiendo, y precisamente al círculo kleiniano". Revisa lo que ese círculo tomó de Freud, la comunicación de inconsciente a inconsciente, y se pregunta y trabaja sobre las condiciones de posibilidad para que eso ocurra y pueda ser utilizado por el psicoanalista. "Debe admitirse que en nadie se da una elucidación exhaustiva del inconsciente, por lejos que se lleve un análisis. Una vez admitida esta reserva de inconsciente, es perfectamente concebible que el sujeto avisado, precisamente por la experiencia del análisis didáctico, sepa, de alguna manera, jugar con ella como un instrumento, como con la caja del violín cuyas cuerdas, por otra parte posee". Planteadas así las condiciones de posibilidad, se preguntó: "¿Cómo situar el punto de pasaje donde lo que queda así definido puede ser sin embargo utilizado como fuente de información incluida en una praxis directiva?"Según Lacan, los analistas no quedan excluidos de las pasiones. Mientras mejor han sido analizados, más son tomados por ellas. No será por apáticos que pueden usar su propia reserva inconsciente para analizar sino por saber que está "poseído por un deseo más fuerte, está autorizado a decirlo en cuanto analista, en tanto que en él se ha producido una mutación en la economía de su deseo". Así, no niega el valor de la comunicación de inconsciente a inconsciente. Condiciona la capacidad de usarla a lo que el análisis haya transformado en economía del deseo del analista.
S. Rodríguez es psicoanalista y autor de Escenas, causas y razones de la vida erótica.
S. Rodríguez es psicoanalista y autor de Escenas, causas y razones de la vida erótica.
(Tomado de Clarín. Septiembre 2003)