Poesía de mujeres para hombres.

Para Diego, mi tano.



Contra mi voluntad comprobé que sólo con tu aliento


podía volver la calma a mi cielo ennegrecido,


y que si esgrimías la palabra,


aún desde la parquedad de esta hora que te duele,


a pesar de esa herida en tu costado que no muere,


cualquiera fuese el contenido que me dieras,


como un mago desertor de tu burbuja de penas


a mi dolor esclavo romperías sus cadenas


para volver, más tarde, sin respiro


a sumergirte en tu propio cielo ennegrecido


del que no puedo arrancarte, del que no logro salvarte,


aunque te ame hasta tragarme el grito


en el que sólo tu nombre hace eco con el mío…


(Memé)
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